Gustavo Turizo

Una voz disidente en el arte caribeño contemporáneo

Retrato Gustavo Turizo (instalación con taburetes)<br />

Gustavo Turizo (1962 – 2002) ocupa un lugar singular en la historia del arte del Caribe colombiano. Aunque su nombre ha sido relegado a los márgenes del canon oficial, su obra constituye una de las expresiones más audaces y lúcidas del arte disidente en la Región durante la década de 1990.

Su práctica artística —que incluyó pintura, grabado, instalación y fotografía— se caracterizó por una reflexión constante sobre el cuerpo, el deseo y la identidad, abordados desde una perspectiva abiertamente queer y crítica frente a las normatividades sociales y culturales.

Asumirse públicamente como un artista gay en un contexto profundamente conservador no fue un gesto menor, sino una declaración estética y política. Turizo convirtió su diferencia en potencia creadora, articulando una obra que no solo interrogaba las  convenciones visuales del arte caribeño, sino que también proponía nuevos lenguajes simbólicos para pensar la sexualidad, la marginalidad y la fragilidad de lo humano.

Obra: instalación del artista en el estudio de Fernando Mercado con retablos y su cara en medio de ellos<br />
Instalación del artista, en el estudio de Fernando Mercado, con retablos y su cara en medio de ellos

Sus exposiciones en espacios como el Museo de Arte Moderno de Cartagena (1984), el Teatro Amira de la Rosa en Barranquilla (1991), Nouvelle Raison Sociale en Francia (1994), y la Galería Santa Fe en Bogotá (1997) dan cuenta de una recepción que, si bien fue fragmentaria, reconoció su aguda capacidad formal y conceptual. Sin embargo, su legado permanece aún insuficientemente estudiado, en parte por los vacíos que persisten en la historiografía del arte colombiano respecto a las narrativas periféricas y disidentes del Caribe.

En este sentido, retomar y visibilizar la figura de Gustavo Turizo implica no solo una labor de justicia histórica, sino también una apuesta curatorial por reconfigurar los relatos sobre el arte colombiano desde el margen. Hoy, su trabajo se impone como un archivo afectivo y político cuya revisión resulta imprescindible para comprender los desplazamientos estéticos, sexuales y territoriales del arte colombiano de fin de siglo.