Fernando Mercado Santamaría
Fernando Mercado Santamaría, fotógrafo y arquitecto barranquillero, constituye una de las figuras más complejas,provocadoras y menos estudiadas del arte visual contemporáneo del Caribe colombiano en las últimas dos décadas del siglo XX. Su obra, atravesada por una potente carga simbólica, técnica y conceptual, se sitúa entre la experimentación formal y la denuncia social, entre la ironía y la intervención crítica del medio fotográfico. Mercado no se limita a utilizar la fotografía como instrumento de registro, la subvierte, la descompone, la vuelve irreconocible. En sus manos, la imagen se convierte en un campo de batalla, un espacio para cuestionar, poetizar y perturbar.
Poética del accidente y desmaterialización del medio
La obra de Mercado se caracteriza por una constante desarticulación de los códigos tradicionales de la fotografía. Es un hábil manipulador de los secretos del proceso fotográfico, tanto en su vertiente análoga como digital. Borra toda huella de referencia técnica, histórica o documental, para dar paso a una imagen intervenida, mutante, cargada de accidentes provocados o asumidos como parte integral del proceso creativo.
Luz, químicos, papeles, tiempo, error, intuición y azar son activados como aliados en su búsqueda de una libertad expresiva absoluta. Su fotografía se expande, se mancha, se ilumina, se invierte, se raspa, se escribe, se pinta. En lugar de obedecer a la transparencia del referente, la imagen se vuelve opaca, densa, enigmática, y reclama al espectador una lectura crítica del medio y del mensaje.
Entre el artificio visual y la crítica social
Este carácter experimental no está desligado de una agenda conceptual o política. Por el contrario, Mercado se mueve entre dos registros simultáneos: el de la técnica transformada y el del contenido incómodo. Las imágenes que produce no son simples composiciones visuales, sino dispositivos simbólicos que oscilan entre el reclamo social, la provocación política, la ironía estructural y el erotismo cifrado.
Una de sus obras más emblemáticas, la exposición Hojas de vida (1999), reúne seis series fotográficas y una instalación con más de 30 piezas. En ellas se entretejen las grandes preocupaciones de su trabajo: el cuerpo y la sensualidad, la crítica al poder, la desmitificación de lo sagrado, la denuncia de las violencias estructurales, la sátira contra el consumo y los discursos moralistas. La fotografía no es aquí ni testimonio ni metáfora; es un acto performativo, una escritura crítica con luz y materia.